Wednesday, August 20, 2014

Caminar, el ejercicio tan olvidado

Es curioso que, habiendo cada vez más gente que va al gimnasio, hay cada vez menos gente que camine.

De pequeñita iba andando al cole (al principio no estaba muy lejos pero luego el instituto lo tenía a más de dos kilómetros y hacía jornada partida, o sea 8 viajes al día), y también iba andando a hacer los recados que me mandaban (sí, con diez años iba a la panadería, frutería, papelería, etc. solita y andando). Y los fines de semana, aunque mis padres no eran de hacer deporte (no les vi jamás), sí que eran de darse un buen paseo y nos llevaban con ellos. Vale que al final acabábamos en algún barucho tomando un refresco lleno de azúcar y de gas, pero habíamos andado antes un montón.

La gente ahora ha perdido la costumbre totalmente. Tienen los pies completamente vírgenes y cogen el coche para cualquier recado que implique andar más de doscientos metros. ¿Nos hemos vuelto vagos redomados?

Y luego van al gimnasio. Y no digo hacen deporte en el gimnasio porque veo a más de uno/una hacer como que hacen deporte pero lo que suelen hacer es vida social en el gimnasio. A lo más echar un partidito de pádel a la semana. Y después a atracarse de cervezas y tapitas. Un fiasco.

No sé si os he comentado que también mi marido se ha puesto a dieta porque le sobran así como veinte kilitos. Y una de las actividades que más hacemos juntos es caminar. Sí, caminar y caminar, varios kilómetros.

Entre diario es difícil, cuando llego a casa ya es tarde o él está destrozado literalmente. Y además, hay que preparar cenas y hacer tareas domésticas. Pero los fines de semana nos hemos prometido que, si vamos a hacer alguna comida fuera, hay que pagar peaje caminando.

Además, yo por mi cuenta por las mañanas voy a la parada de autobús que me lleva a mi trabajo caminando un kilómetro y pico, lo que son quince minutos. Y por las tardes cuando salgo intento hacer el mayor número de recados caminando total o parcialmente, dependiendo de la prisa y la distancia de los sitios. Total que al día camino un mínimo de dos kilómetros, eso sin contar con el gimnasio.

Me preguntaba el monitor de mi nuevo gimnasio por mis hábitos, y uno de ellos era éste, si caminaba y cuánto. Yo le dije que dos kilómetros. El me preguntó que si a la semana. No, le dije, al día, y eso como mínimo. El chico se quedó atónito. Me respondió que ciertamente tenía un problema de metabolismo si andando tanto y comiendo poco seguía engordando. Obviamente lo tengo, se llama engordamiento por exceso de hormonas. Y la prueba está en que ayer tras la biopsia de útero me dijeron que podía dejar los suplementazos de hormonas y sin hacer deporte siquiera he bajado cuatrocientos gramos de un día para otro.

En cualquier caso y sin desvariar, la pereza es la madre de todos los vicios y de todos los problemas de salud. Una persona que no es capaz de caminar doscientos metros a por el pan tiene un problema serio de vaguería y de nada le van a servir las dietas, el gimnasio o la última píldora devoragrasas.

No comments:

Post a Comment