Monday, December 29, 2014

Como el tapiz de Penélope

Pues eso, que llevo un mes y pico que estoy como la Penélope de la Odisea: Lo que adelgazo un día lo recupero al siguiente.

¿Motivo? Hay muchos, pero principalmente las cenas y quedadas navideñas. Yo os dije que la principal amenaza de las dietas es el ser una persona muy social. La gente más agradable tiene tendencia a ser gordita. Bueno, y, en el otro extremo, la gente que no sale de casa y vegeta delante de la tele o del ordenador.

Ser sociable significa un gran peligro para la dieta. Al final uno acaba no conteniéndose y comiendo lo que no debe, qué se le va a hacer.

Una cosa muy ridícula pero que admito que me pasa a mí es que, después de una tanda bien surtida de tapas con salsas que resucitarían a un muerto y varios vasos de vino tinto y cervezas, a uno le entra cargo de conciencia y acaba tomando de postre un café con sacarina.

Hombre, después de una copiosa comida de unas 1500 calorías o más, ahorrarse el postre parece ridículo, total de perdidos al río que se dice.

Pero no es tan ridículo como parece, porque un postre de tarta bien hermoso y con nata y tal vienen a ser unas 400 ó 500 calorías, lo mismo que un buen bocata de jamón serrano. Sinceramente, si me dan a escoger prefiero el bocata.

Pues aquí lo mismo, más que ser ridículos, es que se trata de no echar más leña al fuego. Es lógico también porque las tapas suelen ser compartidas y uno acaba no sabiendo con exactitud qué y cuánto ha comido de cada cosa. ¿Alguien puede determinar mientras charla animadamente con los amigos cuántas porciones o cucharadas de cada ración ha tomado? Yo confieso que no. Tengo la ventaja de que como lento, llevo retenciones tras los dientes y eso hace que vaya con desventaja a la hora de compartir viandas con mis amigos. A menudo creo que he comido más de lo que me parece, pero en cualquier caso, el postre suele ser individual y ahí tenemos algo más de libre albedrío.

El problema de las Navidades son los dulces navideños y las largas tardes de sobremesa en familia. Confieso que, como se alargue la hora del café en buena compañía acaban cayendo tres mazapanes o más y alguna copita de licores nada ligeros. ¿Por qué nos gustarán tanto las cremas de licores dulzonas?

Así que intento no pasarme, pero es difícil. Lo estoy compensando con ejercicio, tanto el de ir al gimnasio (difícil en estas fechas con la agenda repleta) pero, aunque no puedo hacer una tabla completa, intento al menos ir y hacer una hora de cardio, principalmente elíptica que quema más grasas en menos tiempo. Ese es mi consejo: Si sólo vas a ir 40 minutos efectivos al gim, usa la elíptica y no la bicicleta.

Otro consejo es el de aumentar el ejercicio indirecto, como ir de compras cargada como una mula (evito llevar el coche si no es imprescindible). Ir de compras sin coche tiene varios beneficios, tanto para la dieta como para los nervios y el bolsillo.

Para la dieta porque se hacen pesas y piernas, aunque vayas en bus siempre andas más que en coche, eso seguro.

Lo segundo para los nervios, porque no se desquicia una buscando de aparcar y luego rebuscando el coche en un aparcamiento que no se conoce bien, con carros por medios y esas cosas.

Lo tercero es que teniendo que cargar en el bus la compra, a buen seguro que no nos excedemos con las cosas, y eso redunda en el bolsillo.

Además se ahorra tiempo, aunque no lo creáis, usando el transporte público. Lo único es que hay que andar listos con las bolsas y el bolso, que los rateros hacen su agosto estos días.

Otro consejo es del bailar después de la copiosa cena ingerida. No es lo mismo quedarse en casa digiriendo la cena en mitad de una siesta como un león que se comió una gacela, que ponerse a brincar dos horas en mitad de una pista de baile. Además, bailar evita que se suba el alcohol a la cabeza, se acaba sudando en buena parte, con lo que mejora nuestra salud del día siguiente.

Otro consejo que doy es tomar mucha pero que mucha agua. El agua arrastra el alcohol en sangre y evita sus temibles resacas que no son más que deshidrataciones severas, de ahí las jaquecas.

Beber agua ayuda a digerir también los alimentos salados y dulzones, y hace que puedan ser eliminados mejor y no retener tanto líquido.

Lo mejor sería tomar calditos depurativos, aconsejo el de puerros y el de alcachofas, pero no siempre tiene uno tiempo para todo esto. Un té verde con mucha agua puede ayudarnos, os lo aseguro.

En fin, no tengo especiales trucos para mantenernos en estos días. A mí me hubiera gustado acabar el año viendo la báscula bajar de los 70 kilos pero me tengo que conformar con que no suba de nuevo por encima de los 72. Quizás tenga que ampliar un mes más la dieta, y en vez de 200 días sean 230 días.

Para los que os pondréis a dieta seguramente el día 7 de enero, un consejo:

Cambiar de hábitos cuesta por lo menos 21 días. Una vez pasados esos primeros día el cambio parece que ha cogido ya inercia y es más llevadero. Pero igualmente si os tiráis 21 días malcomiendo es luego muy difícil cambiar, por eso hay que introducir días de corte durante las Navidades. Se trata de días en los que no quedéis con nadie y os dediquéis a depurar el cuerpo. Yo no hago ayuno completo pero sí durante ese día de corte intento andar entre las 1000 y 1500 calorías y tomar sobre todo verduras y alimentos muy ligeros.

Como os comenté hace tiempo, los potitos de merluza para cenar son un buen consejo. Vienen bajos en sodio, son muy ligeros y estos días que hace frío, calentitos entran muy bien. Con un quesito blanco, yogur o un poquito de jamón york son una cena ideal para compensar excesos.

Feliz año nuevo y a ver cómo se me da el mes de enero, este lo podemos dar ya por perdido para bajar peso. Aunque si tenemos en cuenta que la gente engorda en Navidades un promedio de 4kg, me consolaré pensando en que no he cogido esos kilos.

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